LEÓN, México, sept. 10, 2016.– Para despertar a una Fiera, hacerla reaccionar, afilarle nuevamente sus garras y regresarle su instinto depredador, muchas veces se necesita un estímulo más fuerte, alguien que la aliente de manera distinta, un nuevo domador.
Y así lo demostró el León cuando recibió al Atlas. Con Javier Torrente al mando, un técnico conocido por su euforia al momento de dirigir, se vio una fiera más agresiva, más apegada a lo que su afición está acostumbrada, al juego vistoso, propositivo y ofensivo.
Cuando se lanza un ataque y éste es acertado, lo mejor es no retroceder, sino continuar para causar daño e intentar dejar a la víctima sin posibilidades de defenderse, de reaccionar y repeler la agresión, lección que todo ser dominante sabe y así lo aplicó La Fiera, tres zarpazos seguidos y el Zorro quedó casi sin posibilidades.
Corría el minuto 9 del encuentro cuando el alma de los Panzas Verdes, Elías Hernández, sacó un balazo al arco que con dificultades rechazó Fraga; sin embargo, el balón salió con ventaja para Ezequiel Cano quien metió la cabeza y abrió el marcador en favor del León.